viernes, 27 de enero de 2017

"No sé por qué te quiero"

Ahora que se acerca el fin de semana, todos tenemos derecho a ponernos tiernitos, a acurrucarnos en el regazo de nuestra pareja y hacernos carantoñas, y ahora que fuera está frío, llueve y hace viento, es cuando mejor se está dando y recibiendo cariño bajo las mantas o junto al brasero, sintiendo la sonrisa cómplice y probando besos de caramelo.
Y como yo paso la semana solo en casa y cuando llega el finde tengo reencuentro, aún noto más estas cosas, puesto que la espera te hace desear mucho más lo ver a la persona que quieres. 
Y como no hace falta decir mucho más a aquellas personas que tienen pareja, porque saben de qué estoy hablando, y no hay que regodearse ante aquellas que no han encontrado con quién compartir su amor, acabo y dejo una canción para ponerse blanditos y a punto de nieve.

miércoles, 25 de enero de 2017

Todo está en el color con el que se mire

En los últimos días, ha saltado a la palestra la noticia de que, en Murcia (si no me equivoco), una serie de encapuchados había dado una paliza a una joven a las puertas de un bar. En ese primer momento, se comentaba que qué hijos de puta, varios contra una chica indefensa, algunos decían que si habría pasado algo dentro del bar, en fin, un no saber.
Poco después, saltan los rumores de que la chica en cuestión es neonazi y que podría estar allí por una congregación de ellos para un partido de fútbol, y ya siguió el disloque. Unos justificando la paliza porque era una nazi y una facha que hacía lo mismo con otros. Otros, asegurando que unos radicales de izquierda habían dado una paliza a una presunta extremista de derechas (obsérvese aquí que en este caso sólo se concede presunción a ser de derechas, a los radicales de izquierdas no hay que darles lugar a dudas). Un disloque, como he dicho.
Esta sociedad hipócrita que hemos montado, sesgada sin vergüenza, donde ya nadie tiene ni siquiera la intención de ser justo ni imparcial, es la misma que justifica unas cosas y condena las mismas en función de quién sea el autor o el damnificado. Puedes justificar una paliza a una mujer, y luego decir que «murió», como si hubieran sido causas naturales, pero después si alguien fallece a manos de un extranjero, éste «le mató». Puedes quitar hierro a que por la calle te peguen por tu orientación sexual «porque esos maricones iban provocando, dados de la mano por la calle y se dieron un pico, ¡y había niños!», culpabilizando a la víctima, por no saber ocultar su orientación sexual. O culpabilizando a una mujer que es violada por ir demasiado provocativa, y «decir que no en el último momento» cuando el macho (ese que parece que es un animal y no puede controlar sus impulsos primarios) ya no tiene vuelta atrás. Asco de sociedad.
Donde si haces un chiste de un muerto de hace 40 años te piden pena de cárcel, pero que si te ríes ante sus familias de una artista muerta ayer son «chiquilladas»; si hablas mal del Gobierno o del Rey pueden acusarte de terrorista, pero si amenazas de muerte a un activista social, la policía te dice que ignores sus amenazas.
Y aquí entra la parcialidad de la fiscalía y de los legisladores, de la policía y de los órganos que se suponen tienen que defendernos y defender nuestras libertades y nuestra integridad, garantizada en la Constitución, que parece ser que es sagrada dependiendo del artículo que queramos invocar. 
Por favor, si alguien lee esto, construid en valores. Que los que vengan detrás no tengan que aguantar el servilismo mediático y la parcialidad injusta que nos está tocando vivir. Construid un mundo mejor donde se pueda vivir sin que te maten por ser lo que eres.

martes, 24 de enero de 2017

Adiós, Bimba

Como no podía ser de otra manera, yo también me uno a la despedida unánime de Bimba Bosé, una tremenda mujer, impresionante no sólo por su carácter, de esos que a través de televisión ya te apabullan y te acongojan, de esas personalidades con las que desearías compartir una charla, también por su físico, que impresionaba aún más, esos rasgos masculinos en lo que llamaban modelo «andrógina», y que no era más que el resultado de un físico espectacularmente atractivo, por aquello de que estaba fuera de toda norma y cánones de lo que «se supone» común. Apabullaban también ese mundo que la rodeaba, el mundo de la cultura, así, en general, pues tanto se la podía relacionar con el mundo de la moda, la música o el cine. Apabullaba por la familia de la que provenía, los Bosé, donde el arte fluye en sus venas.
Supongo que en alguna medida era una desconocida, pues a parte de su faceta pública como modelo y en las apariciones televisivas, no era conocida por su vida privada.
Sin embargo (aparte de los cuatro tontos de siempre que se empeñan en politizar y faltar o exigir respeto según sean contrarios o no a su ideología o pseudoreligión, como el imbécil supino de esta noticia, que además dice ser cristiano, manda huevos, o los twitteros que se valen de su anonimato para soltar mierda en 140 caracteres), tengo la impresión de que era muy apreciada por cuantos la rodeaban y por gran parte del país, por ser un alma libre y que hizo lo que le vino en gana, sin hacer caso a críticas ni a convencionalismos (algo que a muchos nos admira y nos da una envidia sana). Luchó hasta el final e incluso se convirtió en imagen de la lucha contra el cáncer, dando todo para visibilizar esta enfermedad y perder el miedo a nombrarla.
Así que como dice su tío Miguel: buen viaje, Bimba.



lunes, 23 de enero de 2017

Dos por uno

Dándole vueltas este fin de semana a la toma de posesión de Donald Trump, uno empieza a reflexionar sobre lo que echará de menos. Realmente no puedo decir que haya nada destacable que echaré de menos del presidente de los Estados Unidos, puesto que a pesar del mundo globalizado la mayoría de las decisiones que tome nos quedan muy lejanas y apenas nos llegan ecos. Salvo su discreción y la falta de escándalos, claro. Y eso me lleva a pensar que quizá lo que más eche de menos sea a su mujer, Michelle.
Y no por el hecho de admiración de mujer florero como en otras ocasiones ha podido ser, sino por ver cómo de carismática puede ser una «primera dama», no sólo en sus discursos comprometidos con las causas sociales, sino por el ejemplo que supone en su lucha por los más jóvenes (supongo que principalmente por lo ejemplarizante que me ha parecido intentando fomentar la alimentación saludable y el ejercicio en jóvenes), sus divertidas apariciones en programas de televisión y en todo tipo de retos virales (mannequin challenge, selfies, gags con youtubers, y un largo etcétera), su elegancia que hace sombra a la misma Jackie Kennedy, y sobre todo, lo que supone asumir un cargo de segunda de a bordo no electa, con sus responsabilidades y sus limitaciones, siempre objetivo de críticas y atada a un viejo papel de adorno de un hombre. Supongo que en un mundo justo, quizá fuera ella la presidenta del gobierno y él el primer caballero. Aunque en este caso parece que ambos han hecho méritos suficientes para ocupar el cargo principal del país (y sí, a pesar de que no creo que el premio Nobel sea merecido ni justo). Echaremos de menos esa normalidad extraordinaria.


jueves, 19 de enero de 2017

Y me llamarán mentiroso

Pues hoy no iba a haber entrada en el blog, pero me ha pasado una situación que aún me tiene perplejo:
Quince minutos atendiendo a una persona al teléfono, explicándole sucesivas dudas con respecto al funcionamiento de las ofertas de empleo (aclaro, soy técnico en una oficina de empleo), y finalmente me protesta de forma muy airada que por qué la llamamos tanto a trabajar, que no lo entiende; que es que no puede ser que haya salido hace poco de trabajar y ya la estemos llamando de nuevo para trabajar en el ayuntamiento, y que así no hay manera de que junte el año de antigüedad en el paro para poder cobrar una renta de inserción.
Y claro, yo intentando razonar que el problema sería que NO la llamásemos, que no entiendo por qué es un problema que le ofrezcamos un puesto de trabajo, y ella erre que erre en que estábamos haciendo algo mal, porque eso no era normal, que no podía ser, y que qué podía hacer para no salir en ofertas de empleo y cobrar tranquilamente su paro.
En este punto, decir que no es la primera vez que me pasa. De hecho, es bastante habitual que nos planteen cada mes un par de personas la cuestión de que no quieren ir a trabajar. De hecho, en mi oficina —que es bastante pequeña— tenemos unas 15-20 sanciones al año de personas que no se presentan a una oferta de empleo o la rechazan directamente (en ocasiones incluso perdiendo de uno a tres meses de prestación o subsidio). Pero lo que me ha dejado perplejo esta vez ha sido el desparpajo y el enfado que tenía la señora por tener un empleo. Aún estoy alucinando.

miércoles, 18 de enero de 2017

El sol vuelve a salir cada día

Una de las máximas más incontestables es que el sol vuelve a salir cada día. No importa lo que hagas, lo que suceda en el mundo, las nubes que haya delante o incluso si hay un eclipse. El sol día tras día vuelve a salir. 
Bueno, siempre estará el listillo que hable de los movimientos astrales, la creación y destrucción de soles y galaxias e incluso de posibles catástrofes astronómicas. Pero salvando que ni yo ni parientes cercanos estaremos presentes en la extinción solar, creo que podemos hacer un ejercicio de concentración en los milenios que el ser humano camina sobre el planeta.
Y es que ha habido hitos importantes en nuestra historia, guerras, personajes relevantes, figuras históricas, reyes y emperadores que se creían más poderosos que la propia naturaleza. Y a pesar de todo, el tiempo ha pasado sobre ellos, y el sol sigue saliendo como cada día, sin importar lo que hayan hecho. Dicho así, parece que voy a lanzar un mensaje pesimista; pero es todo lo contrario.
El hecho es que a pesar de nuestros problemas, de lo insalvable que nos pueda parecer una situación, de que parezca que el mundo se acaba y no llega el día siguiente, que no veamos la solución a algo, en definitiva, que algo es lo más importante del mundo, a pesar de todo eso, el sol volverá a salir al día siguiente, volverá a brillar con la misma fuerza irradiando su luz y su calor en todas direcciones. Y aunque se oculte tras nubes oscuras, sigue brillando, y estará ahí cuando las nubes pasen. Día tras días. Sin importar lo difícil que veamos nuestros problemas. 
Ánimo.


martes, 17 de enero de 2017

Sacar energías

Supongo que todos pasamos por épocas en las que nos cuesta sacar nuestras energías y ánimos para hacer cosas. Queremos y no llegamos, y nos pasamos el día pensando en todo aquello que queremos hacer y parece que más que dirigir el timón, sobrevivimos al temporal. Y van pasando los días, y vemos tareas que se van acumulando poco a poco, llamadas que se postergan, y llegado fin de semana sólo vemos horas para poder dormir y descansar, pues para poco más dará.
Y así va pasando una semana y otra, hasta que un día nos levantamos, vemos el sol brillar, la temperatura nos parece óptima y no nos duele nada en el cuerpo, y además tenemos ganas de colocar, limpiar, abrir la ventana y que entre aire limpio.
Son esos días los que hay que aprovechar para hacer cosas, porque en mi caso, son pocos días al año esos que brillan con luz propia. Lo normal es que me encuentre en ese semi-estado de letargo y se vayan acumulando cosas.
Estos días estoy un poco así, por un medio resfriado o medio gripe, vaya usted a saber qué, que me tiene bajito de energías y de ánimos, y sólo me da para estar en el sofá viendo la tele (programas de mierda, para más inri), y expulsando virus en forma de mucosidad. 
Y ya que los llevo por millones a todas partes conmigo, aparte de no sentirme solo, podrían ayudarme con la lavadora y la plancha...

PD: Últimamente cuando llego a un sitio saludo diciendo «ya hemos llegado, yo y todos mis virus». Así me siento menos solo.


martes, 10 de enero de 2017

La normalización de la sirvengozonería

Cuando una noticia viene repitiéndose en el tiempo, o al menos una serie de noticias similares, parece que se empieza a producir un hartazgo generalizado. Primero parece que uno empieza a comentar que «otra vez lo mismo». Después viene la insensibilización. Esto lo he podido comprobar desde que era pequeño, con aquellas campañas contra el hambre en África, en las que las imágenes de desnutrición infantil se repetían una y otra vez en las horas en las que estábamos comiendo. Primero nos quejábamos de que otra vez ponían esas imágenes que te removían por dentro y te quitaban el hambre. Con el paso del tiempo podías seguir comiendo tranquilamente mientras veías las hambrunas impávidamente. 
Al pasar de los años he seguido viendo lo mismo. Y como siempre se ve mejor desde fuera que desde dentro, lo he ido percibiendo con más claridad con mi padre, cuando empieza comentando —¿Otra vez lo mismo? ¡Qué pesados!— mientras alarga la mano para cambiar de canal (cosa infructuosa, puesto que en todos los canales las noticias son las mismas).
Supongo que es un poco como cuando usas una colonia, que el primer día nos huele fenomenal y nos inunda; al cabo del tiempo ni siquiera nos damos cuenta de que la llevamos puesta, ya no nos huele.
Y todo esto viene a que siguen cada día saliendo noticias de corruptos y corruptibles, tramas para llevarse el dinero público y privado, y nosotros ya las miramos con indiferencia, después del hartazgo. Se han normalizado como algo normal, del día a día. De hecho, hasta existen blogs en los que nos van explicando «el corrupto del día» o van haciendo porras sobre «el primer caso de corrupción del año». Todo como una broma lo que debería ser una tragedia. 
Mientras, algunos se aprovechan de esa normalización de la sinvergonzonería.

lunes, 9 de enero de 2017

La cuesta

Ayer escuchaba en televisión a un señor que entrevistaban por la calle, y que se preguntaba ante el reportero si la «cuesta de enero» sería hacia arriba o hacia abajo. Y lo que pueda parecer una chorrada, me hizo pensar bastante, pues me parece una reflexión muy profunda y de calado. En serio.
Porque a ver, uno empieza a pensar que la temida cuesta es hacia arriba, por aquello de que el mes se hace largo y tedioso, que hay que apretarse el cinturón (y no sólo para compensar los gastos navideños, sino porque el cinturón aprieta más después de tanta comida extra hipercalórica), que hay que esforzarse por retomar la rutina, bajar los kilos de más (consecuencia de los excesos que ya he dicho), y un largo etcétera de esfuerzos que hay que realizar.
Pero por otro lado, ¿y si es hacia abajo? Por aquello de que el año empieza a acelerarse, y cada vez va más y más rápido y se nos pasa volando (claro, se nos pasa volando a la gente de una cierta edad, a los jóvenes se les hace eterno). Y también porque uno empieza el año de una manera, pero al final quieres tomar un camino y no puedes porque una cosa lleva a la otra, y ves cómo siempre acabas de la misma manera el año (esto es, chocándote con el muro al final de la cuesta por no haber hecho ni la mitad de las cosas que te habías propuesto).
En fin, como quiera que sea, yo intentaré tomármelo con calma, echar el freno y relajarme y disfrutar del viaje, sea hacia arriba (en cuyo caso iré pasito a pasito y sin estresarme) o hacia abajo (en cuyo caso, iré poniendo un pie detrás de otro para no resbalar).