lunes, 27 de junio de 2016

Salir huyendo

Si con la campaña electoral no teníamos bastante surrealismo, ahora lo tenemos con las elecciones. Por una parte, está el hecho de que las encuestas electorales han sido las grandes derrotadas de esta jornada; se han mostrado ineficaces e inútiles, para nada predictivas, porque o bien se han hecho mal, o bien la gente miente con bastante poca vergüenza. Tanto se han equivocado, que incluso las reflexiones sobre los resultados de las elecciones se han hecho basadas en las encuestas y no en las anteriores elecciones de diciembre. Así, nos podemos encontrar que el PSOE baja 4 escaños y califica su resultado electoral como aceptable/bueno por el simple hecho de no haber sido traspasados en escaños por Unidos Podemos, tal y como auguraban las encuestas. O en menor medida que Unidos Podemos califique de malos sus resultados por no haber alcanzado lo que las encuestas les daban. Como digo, surrealismo en esencia. 
Por otra parte, el surrealismo más grande está en el hecho de que si haber hecho nada más meritorio en estos meses que haber puesto cara de pena diciendo "nadie se sentó a hablar con nosotros" (rememorando aquellas voces lastimeras de patio de colegio en la que acusabas a los niños de que nadie quería jugar contigo) y revelando nuevos casos de intrigas, ilegalidades, corruptelas y bastante poca decencia en general, el Partido Popular consigue aumentar 14 diputados y cubrir de azul el mapa de España. Realmente o somos masoquistas o somos gilipollas, o lo que es peor, las dos cosas al mismo tiempo. Y tomando una frase de Valle-Inclán en Luces de Bohemia: "En España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo". Incomprensible qué mérito tienen para haber incrementado 14 escaños y sacarle al segundo partido 52. Incomprensible porque no han hecho nada para ser el primer partido político en la práctica totalidad del país, más que haber demostrado que han estado asfixiando la economía y robando el dinero público. Incomprensible que gente a la que su política les perjudica sigan votando al mismo. 
Pero ya el colmo de lo surrealista es que el primer partido de la oposición ataque al tercer partido en lugar de lamentarse del mal resultado por haber quedado aún más lejos en escaños que el primer partido en votos. Supongo que es como todo, en lugar de defenderte del matón del colegio, los había que se ensañaban con el curso de los peques, porque a esos sí les podías pegar y no te devolvían el guantazo. Pues Pdro Snchz, alias "qué guapo soy y qué sonrisa tengo", es ese bobo a las tres que recibía collejas y no sabía de dónde venían. 
De Ciudadanos mejor no hablo que bastante tienen con lo suyo.
Y como colofón del surrealismo, 6 meses después tenemos la misma situación política de ingobernabilidad manifiesta, salvo que alguno tenga a bien desdecirse de sus palabras en elecciones y pactar con quien decía que no iba a pactar. Vamos, que podríamos habernos ahorrado 6 meses de desgobierno y el gasto electoral ¡QUÉ PAÍS!



miércoles, 22 de junio de 2016

Aburrimiento de tó (26J)

A ver, no es que uno esté aburrido de la vida, sino que últimamente parece que el personal está aburrido en general de lo noticiable. Vale, no sé si es general, sí personal. Estoy aburrido de volver a repetir elecciones, de volver a votar (lo mismo, porque creo que poca gente va a cambiar el voto), de volver a aguantar a los políticos de turno haciéndose los modernos y los guays en la tele, yendo a programas que poco tienen que ver con la actualidad o la política (tipo El Hormiguero, que parece ser el culmen donde tiene que ir todo político que tenga intención de romper las encuestas y hacerse con el hashtag del día). Y eso sin contar con la mierda de debates electorales. Y digo MIERDA con todas las letras, en mayúscula, y si se pudiera, en neón. Porque claro, si de lo que se trata es de ver un partido de tenis y soltar bolas a diestro y siniestro, pues vale. Pero claro, si uno tuviera que decidir su voto por lo que se dice... me quedaría en casa. Sólo se ven a políticos soltando el consabido "y tú más", el "yo lo que nunca haría sería lo que hace X", y poco más... 
Y lo peor de todo, lo más triste, lo más inútil, es que mucha, mucha, mucha gente entra en ese juego que hacen, en el que se acaban creyendo que existen buenos y malos, que hay políticos que se sacrifican por el país, que lo que quieren es el bien común, que lo que les interesa es algo más que acaparar poder y favores, que sólo ellos son serios y saben manejar el poder público, y que si viene el contrario (ahora contrarios) va a arruinar el país y poco menos que terminaremos como Afganistán, Burundi o el mismo Infierno. A todos esos crédulos, a todos esos cortos de entendederas que se tragan cualquier cosa sólo porque sale en la tele y le dan credibilidad sin mácula, les deseo un infierno en el que tengan que pagar por toda la subnormalidad y la ignorancia desprendida durante su vida. Y que además no coincidan en mi infierno, porque encima les doy de collejas hasta que llegue el invierno eterno. ¡Hombre ya!


lunes, 20 de junio de 2016

Re-vuelta

Hace tiempo ya que no me pasaba por mi blog, y claro, es que he andado un poco liado con los exámenes de junio y con la preparación de varias cosas. Y mira que me da rabia, porque precisamente es cuando más cosas habría podido contar. Pero como no hay mal que por bien no venga, me decido a regresar y volver a ir plasmando cosas que se me pasan por esta cabeza, que ya digo yo que muy bien no va, porque hay un totum revolutum aquí dentro que ni habiendo pasado un huracán tres veces. 
El caso es que se podría hablar de mucho, de las elecciones del 26J (aquí se pueden sacar comentarios a cascoporro), de la masacre de Orlando (y del cinismo del personal), y mil cosas más que han ido pasándome a título personal. 
Pero mira, por empezar por algo, que mañana tocarán elecciones, y aunque todo esté dicho ya sobre la masacre de Orlando, pues no me gustaría ser el único que deje su opinión. Y es que estos días he visto montón de cinismo por parte de mucha gente. La mayoría reconoce que el hecho en sí es una barbarie, que no debería suceder, y que hay que solidarizarse con las víctimas, etc. Otros pocos, espero creer que son pocos, se escudan en las redes sociales para seguir lanzando mensajes de odio, sintiendo amenazada su hombría o su feminidad porque haya personas que amen a otras de su mismo sexo, o que se sienten ofendidas porque existan los gays, o porque haya personas que puedan demostrar su afecto en público. Y luego están los cínicos. Esos que por delante dicen que se solidarizan, pero que luego "matizan" sus opiniones. 
Estos últimos, que a base de matices no hacen si no descubrir una homofobia y unos miedos interiores (pues la homofobia no deja de ser una fobia, un miedo) difícilmente comprensibles para quien de verdad cree en los valores humanos. Son esos que dicen "es que no está bien que vayan de la mano por la calle porque hay niños". A ver, vamos por partes. Los niños son mucho más flexibles e impresionables que tú. La homosexualidad no es contagiosa, la homofobia sí. De tener que ocultarles cosas a los niños que les impresionen, deberían ocultar a negros, mujeres con pechos grandes, gordos, personas con discapacidad, manifestantes, nazarenos, silenciar fuegos artificiales, y si me apuras, esconder animales de compañía y cualquier cosa que se nos ocurra. Son estas personas, con esa homofobia latente, esas frases que a los niños se les van quedando grabadas a fuego, excusándose en la "educación" y en los "valores tradicionales" las que cultivan un germen del que saldrán más adelante jóvenes con la capacidad de empuñar un arma y matar personas, o en el menor de los casos, con capacidad de reunirse para apalear gays. 
Esa gente cínica son los que me dan más asco, porque a quien va de frente se le puede rebatir, o por lo menos se le puede contestar, y siempre sabes de qué palo van. A los que van ocultando su homofobia y sólo la dejan salir en pinceladas, apenas puedes percibirlos hasta que es demasiado tarde. Y por desgracia, esos son los que crían a la generación del futuro. A esos sí que habría que darles lecciones de civismo.