martes, 10 de enero de 2017

La normalización de la sirvengozonería

Cuando una noticia viene repitiéndose en el tiempo, o al menos una serie de noticias similares, parece que se empieza a producir un hartazgo generalizado. Primero parece que uno empieza a comentar que «otra vez lo mismo». Después viene la insensibilización. Esto lo he podido comprobar desde que era pequeño, con aquellas campañas contra el hambre en África, en las que las imágenes de desnutrición infantil se repetían una y otra vez en las horas en las que estábamos comiendo. Primero nos quejábamos de que otra vez ponían esas imágenes que te removían por dentro y te quitaban el hambre. Con el paso del tiempo podías seguir comiendo tranquilamente mientras veías las hambrunas impávidamente. 
Al pasar de los años he seguido viendo lo mismo. Y como siempre se ve mejor desde fuera que desde dentro, lo he ido percibiendo con más claridad con mi padre, cuando empieza comentando —¿Otra vez lo mismo? ¡Qué pesados!— mientras alarga la mano para cambiar de canal (cosa infructuosa, puesto que en todos los canales las noticias son las mismas).
Supongo que es un poco como cuando usas una colonia, que el primer día nos huele fenomenal y nos inunda; al cabo del tiempo ni siquiera nos damos cuenta de que la llevamos puesta, ya no nos huele.
Y todo esto viene a que siguen cada día saliendo noticias de corruptos y corruptibles, tramas para llevarse el dinero público y privado, y nosotros ya las miramos con indiferencia, después del hartazgo. Se han normalizado como algo normal, del día a día. De hecho, hasta existen blogs en los que nos van explicando «el corrupto del día» o van haciendo porras sobre «el primer caso de corrupción del año». Todo como una broma lo que debería ser una tragedia. 
Mientras, algunos se aprovechan de esa normalización de la sinvergonzonería.

No hay comentarios:

Publicar un comentario