lunes, 29 de febrero de 2016

Tienes un paquete

Una de cal y otra de arena, como la vida misma. Hoy paso de hablar de política, más que nada porque no ha pasado nada de interés a comentar, más que la misma sarta de tonterías políticas de días atrás. Esto no va a tener más interés hasta que comience el debate del estado de Pedro Sánchez. Espero que al menos hagan una lucha de paquetes, a ver quién la tiene más grande. Para muestra, un botón. O más bien un botonaco: 


Pero como no todo en esta vida son anécdotas ni paquetes presidenciables, voy a medio cambiar de tema, y prefiero a hablar de los paquetes que nos tocan todos los días en la vida. Me refiero a esos paquetes de personas que sólo hacen que entorpecerte y no parecen hacer nada bien. Estos son menos abundantes que los gilipollas integrales, pero si bien todos tenemos nuestra cuota de gilipollas, no todos, pero sí la mayoría de las personas, tienen también su cuota de paquetes en la vida. ¿Quién no tiene un jefe o un compañero de trabajo que no vale para nada y tiene que estar pidiendo ayuda siempre? ¿O un amigo al que no se le da bien nada? Y ojo, que también hay paquetes parciales. Hay gente que son muy buenos profesionales, pero un paquete en relaciones sentimentales. O justo al contrario. Pero cuidado, no hay que confundir a los paquetes con los gafes, porque se corre el riesgo de, por sus malos resultados, pensar que los gafes son unos paquetes, y para nada. La diferencia estriba en que los gafes no son inútiles, de hecho muchas veces son bastante habilidosos. Los gafes simplemente suelen meter la pata, o se despistan y fastidian el trabajo hecho. Los paquetes, por definición, no saben hacer nada, son torpes, y como tales, ni siquiera son capaces de arrancar la tarea emprendida sin estropearlo, o sin empezar mal y haciendo las cosas del modo más difícil y contrario al objetivo marcado, no saben organizarse ni seguir un orden lógico de elementos, y suelen fijarse en cosas nimias y darle importancia, y a lo importante no le prestan atención, invirtiendo el orden de la lógica.
El caso es que yo también tengo mi cuota de paquetes, obviamente, si no, no escribiría esto. Y como todo, hay paquetes que los ves de lejos, como detrás de un cristal, como aquel que es observado en una pecera, y paquetes pegajosos que te pringan bien, y de los que es difícil desprenderte y limpiar toda la mierda que van soltando. Y ¡ojo! ¡¡Un paquete bien situado es casi tan peligroso como un gilipollas!!





miércoles, 24 de febrero de 2016

Las cuentas que no cuadran

Minipost para mostrar mi sorpresa. Parece que PSOE y Ciudadanos han llegado un acuerdo para formar gobierno. Y claro, lo cuentan como una gran victoria con propuestas incluso de grandes reformas constitucionales. Y yo lo único que pienso es si PSOE tiene 89 diputados y Ciudadanos tiene 40... y para formar mayoría se necesitan 165 diputados... pues a ver, que eche cuentas, 89 más 40 son 129... con lo cual... o hay algo que no nos dicen sobre el resto de partidos, o nuestros políticos no saben sumar.
Y claro, luego dicen que si hay abstención de PP o Podemos se podría formar gobierno. Pero claro, si estos dos dicen que votarán en contra si no pactan... pues... 
Vamos, que no me cuadran las cuentas.


miércoles, 17 de febrero de 2016

Esto es un sindiós

Vale que la entrada quizá es un poquito exagerada, pero es que esa frase me encanta, y me parece tan gráfica que dice más que lo que está escrito.
Pero bueno, al lío, que esto es un sindiós. Ahí estamos, esperando que a los políticos les dé por ponerse de acuerdo y manos al lío. Aquí todo el mundo parece tener miedo a perder, y por eso se dedican a marear la perdiz una y otra vez. En el Estado, ahí están, que hay que ver lo que les cuesta sentarse a hablar. ¡Pero si hablar es gratis y no cuesta nada! ¿Tan difícil es decir "Pedro, que voy p'allá y echamos un ratico"? ¿O "Mariano, ¿te hace un café esta tarde? Tengo que contarte algo muy fuerte, tía"? Pues debe de ser que a los simples como yo nos parece muy fácil todo, y debe de ser algo muy complicado. Se necesitan asesores, representantes, mediadores y mesa de negociación simplemente para sentarse a hablar. 
Y claro, como no se sientan, pues no se pueden poner de acuerdo. Y así va pasando el tiempo, seguimos sin gobierno de la nación, y la previsión más cercana es que la primera votación sea ¡el 2 de marzo! Pero por dios, ¡si con 15 días he conocido parejas que se han dejado y han vuelto 3 veces! No es de extrañar que nuestra armada invencible fuera vencida, si para todo tenemos los mismos huevos...
Y con los mismos huevos pero diferente gallinero, la Comunidad de Extremadura, donde seguimos sin presupuestos, esperando a no se qué que no se haya dado ya... y mientras tanto, paralizada media comunidad por no tener dinero asignado para gastar, esperando poder poner muchos programas en marcha, algunos tan necesarios para las personas que deberían provocar vergüenza... y todo por lo mismo, por no sentarse y decidirse a salir con un acuerdo de la mesa, renunciando cada uno a un poquito, como se hace en las familias y en los matrimonios. ¿O es que nadie ha cedido y renunciado cosas por la mujer o el marido?
Al final una comunidad o un país no es más que una familia grande, y quien se crea que hay muchas diferencias, que pruebe a comparar, ya verá, ya...


viernes, 12 de febrero de 2016

Falta de interés

Leí hace poco una frase que me encantó, porque encaja con lo que pienso: "No hay falta de tiempo, hay falta de interés". Lo cierto es que lo llevo pensando mucho tiempo. Cuando escribes a un amigo y no te responde. Cuando ves que pasan los meses y no te escriben para preguntarte cómo estás. Cuando quieres quedar con alguien y nunca puede tomar un café contigo. Todas esas cosas son habituales. Y siempre suele salir una excusa recurrente: es que no he tenido tiempo. Sin embargo, cuando interesa algo, siempre hay tiempo. ¿Escribir un mensaje? Siempre hay tiempo a lo largo del día, cuando esperas a que la tostada se haga, o mientras se calienta la comida, o cuando se está sentado en el trono. Siempre hay un momento a lo largo del día para escribir. No digo yo que el momento de soltar lastre sea idóneo para acordarte de alguien; pero si es por tiempo, ahí se tienen las dos manos libres y tiempo para reflexionar y escribir. ¿Quedar para un café? Seguro que siempre hay tiempo, a lo largo del año, en que se tengan menos actividades. Cualquier otra cosa, es una excusa. Y ojo, que no digo yo que no la haya utilizado nunca, pero cada vez menos. Y es que si no quieres quedar con alguien, pues mira, directamente dices el "ya te llamaré", y quedas como un rey, y la otra persona sabe lo que hay. Pero no digas "no he tenido tiempo". Eso es hasta descortés. Tengo amigos que no han podido tomar café conmigo desde hace unos 5 años. Amigos. Por decir algo, claro.
Como uno es tonto, vuelve a escribir una y otra vez a esa gente proponiéndole planes, preguntando cómo están, y tratando de mantener un contacto por el que ellos muestran poco o ningún interés. Por eso, para tratar de ser menos tonto, desde hace un tiempo he tomado una determinación: a cada contacto del móvil que ha mostrado esa falta de interés, le voy poniendo una señal de prohibido al lado en cuanto detecto esa apatía y dejadez. Cuando veo que no se dignan en responder a un mensaje durante tres días pero sí que escriben en redes sociales, ¡zasca! Signo de prohibido. Cuando veo que propongo quedar y nunca tienen tiempo pero sí que cuelgan fotos saliendo con otra gente, ¡zasca! Signo de prohibido. Así voy sumando una colección que me recuerda cuán tonto fui en tantas ocasiones, y me enseña la lección fundamental: valórate a ti mismo.


martes, 9 de febrero de 2016

Carta a San Valentín

Querido San Valentín:
Te extrañará que te escriba por estos medios. Sé que lo habitual es escribirle una carta a los Reyes Magos o a Papá Noel. Pero como hace tiempo que dejé de creer en ellos, y espero que el Ratoncito Pérez no tenga que volver a recoger ningún diente, me permito escribirle a una de las pocas referencias de espirituales que me quedan. Y te escribo con tiempo, porque sé que tú no tienes ayudantes como para esta ardua tarea.
El motivo de mi carta es pedirte unos deseos, de amor por supuesto, para el próximo año. Porque si bien los hay que trabajan un día al año repartiendo regalos, sé que tú trabajas 24/7/365, y que el día 14 de febrero es sólo un día en el que ponemos un poquito de nuestra parte para ayudarte en tu labor. Bueno, ponemos algunos, hay mucho cafre que mejor que se estuviera quieto. Pero como puede que estés despistado con otros temas, te recuerdo lo que me gustaría que me trajeras en el amor este próximo año:
1- Conservar el amor. Que los que lo hemos encontrado lo conservemos, y que a los que les falta, les encuentres su naranja gemela.
2- Que la gente deje de decir media naranja. Somos naranjas enteras. Cualquier otra concepción no hace más que reforzar roles de género.
3- Que la gente no confunda amor con posesión; ya estoy cansado de crímenes "pasionales", que no son más que crímenes por egoísmo.
4- Que el amor se consiga por si mismo y no por chantaje emocional.
5- Que la gente haga cosas bonitas por su pareja durante todo el año, y que se demuestren el cariño que se profesan sin importarles hacer el ridículo y el cursi.
6- Que a aquellos que incitan al odio, les tires con una flecha de punta metálica y no con una de amor, a ver si así se les abre un poco el corazón (aunque sea literalmente).
Y por favor, rellena bien tu carcaj hasta que esté a punto de reventar. Este año necesitaremos mucho mucho mucho amor.

Atentamente, Tito Alberto.


lunes, 1 de febrero de 2016

Siempre hay alguien más listo que tú

Una de las cosas que me apasionan, el entender al ser humano, es una de las cosas más frustrantes también por la imposibilidad de llegar a conocer cómo piensan los demás. Una cualidad que debería ser un superpoder.
Todo esto me llega por las inseguridades y miedos que he acumulado durante muchos años (la adolescencia es muy mala) con respecto a mi vida social, que en un momento determinado se llenó de experiencias entre regulares y malas, salpicadas entre unas cuantas buenas. Hoy gracias esa época mala para mi ya pasó. Una vez aceptadas determinadas situaciones personales (quién soy, qué quiero, a qué aspiro, etc.), todo aquello pasó. ¿El mayor miedo de todos los que tenía? Ser rechazado. En general, sí. Y es que los complejos y las inseguridades pesan mucho. Siempre te ves feo, te ves gordo, eres gay, y eso en la adolescencia pesa.
Con el paso de los años, si bien esas cosas ya dejan de preocuparte en gran medida porque uno crece y está más seguro de quién es y te empieza a importar una mierda lo que piensen los demás, te das cuenta de que las cicatrices quedan marcadas a fuego y de vez en cuando salen a relucir. Aunque no duelan, ahí están las secuelas.
Bueno, pero ¿y todo esto a qué viene? Pues viene a que una pequeña parte de gente que conozco tiene un problema con el que tuve que lidiar yo personalmente. Personas que han sido marcadas por complejos en su adolescencia, una vez que los superan creen estar por encima de los demás. Es decir, llega un momento en el que tienes que valorarte a ti mismo, y empiezas a decir "¡Qué coño! ¡Si soy estupendo! ¡No voy a dejar que me digan lo contrario y nadie va a pisotearme!" Y a partir de ese momento, en el que uno saca su autoestima, se corre el riesgo de elevarse tanto que se deje de tocar el suelo y verse los propios defectos, o al menos creerse superior a cuantos te rodean. Como digo, conozco a gente que tiene este síntoma, si puedo denominarlo así.
Como digo, yo también lo he sufrido. Y no hay mejor cura que cuando te creas muy listo, pensar que siempre hay alguien más listo que tú. Incluso en aquella persona que veas que sea un tontolaba, que apenas tenga cultura general y no puedas mantener una conversación. Esa persona seguro que tiene muchas cosas en las que es mejor y más listo que tú. Y cuando puedo pensar que determinada persona es así, siempre pienso mi frase/chiste favorito: "Sí, pero ese sabe comprar drogas y tú no". Asunto concluido. Ya me gana en algo en lo que no tengo ni idea. Y ¡oye!, que es algo que no es nada fácil. Otro día contaré esta anécdota.
Mientras tanto, siempre hay alguien más listo que tú.