viernes, 31 de julio de 2015

Incomunicados

Pues resulta que la semana que viene cojo vacaciones. Y resulta que por aquellas cosas de planificación, nos vamos a Lisboa. Y que también por cosas de la vida este año me apetece menos coger el coche. Y que por gustos personales me apetece ir en tren, que me resulta más cómodo que el autobús. Y ahora mi delito: vivir en Extremadura.
Vivo en Valencia de Alcántara, a tan sólo 12 km de la frontera portuguesa, en una ruta en la que hasta hace poco tiempo pasaba un tren que unía Madrid y Lisboa, y que por cuestiones políticas y de rentabilidad dejó de existir tal conexión. Ahora para ir de Madrid a Lisboa el tren viaja por Salamanca. Y por cosas rocambolescas de la vida, resulta que no existe ningún tren que una Extremadura con Portugal. Tal cual lo cuento. La comunidad autónoma que más cerca está de Lisboa. Que tiene un tercio de su frontera exterior con Portugal. Pues no, las únicas vías de comunicación son el autobús y el coche particular.
¿Y si quiero ir en tren? Pues tengo que viajar desde mi pueblo hasta Salamanca (distancia 289 km), que puedo hacer por carretera en coche o, si deseo ir en tren desde mi pueblo, debo ir primero hasta Madrid (distancia aprox. 400 km). Todo muy lógico viviendo en una población que está a tan sólo 254 km. de Lisboa. Y ahora que vengan a hacerme una campaña de uso del transporte público. O que vengan a decirme que los diésel contaminan mucho. Políticos españoles: idos a la mierda.



martes, 28 de julio de 2015

La calma antes de la tormenta

Parece que con el estío se produce un parón en general de todo tipo de noticias, sucesos, y eventos. Y no es que la vida no siga su curso y se produzcan hechos noticiables. Más bien parece que las redacciones y las agencias de noticias están vacías de recursos humanos durante buena parte del verano, unido al hecho de que la actividad política se encuentra casi paralizada, lo que anima aún menos el poder dar noticias de calado, al menos en la mayoría de medios de comunicación españoles, en los que parece que la actualidad se divide en dos únicos bloques: política y deportes.
Pero esto no es más que una ilusión, pues llega septiembre, llegan los redactores a ocupar sus puestos y se acaban las suplencias de los becarios. Y empieza de nuevo la vida. Sólo que este año además vienen unas elecciones generales, que si todo es como debe de ser, serán moviditas. Porque, y personalmente espero que sea así, han entrado en el arco parlamentario dos partidos que quieren su trocito del pastel, y pueden venir a poner las cosas un poco más complicadas de lo que solían ser. Tenemos una política nacional bastante aburrida, así que un poquito de movimiento y de dificultar el aposentamiento de culos en sus sillones no vendría nada mal.
Pero al final, y como todo, terminaremos hartos de la política y de los políticos. Y hartos de tanta noticia coñazo, de tanto bombardeo constante con nuevas informaciones (que seguramente nos interesen poco). Porque como ya he dicho, parece que en este país todo está politizado, y no existan intereses noticiables más allá. En fin, preparémonos para la tormenta.




jueves, 23 de julio de 2015

Estupor

Me acuesto y me levanto con una noticia de esas que era imposible pensar que pudieran pasar en este país. Resulta que ahora uno podrá lograr la mayoría absoluta con un 35% de los votos. Sí. Un 35%. Así. Aquellos que se dicen demócratas, aquellos que se han jactado hasta la eternidad en decir que respetan por encima la Constitución y los derechos constitucionales, ahora cambian leyes para un beneficio puntual, que ni siquiera les da una ventaja excepcional, y que en algunos caso les dará ventaja a aquellos que han declarado enemigos acérrimos: los nacionalistas y separatistas. De verdad que no puedo comprender los asaltos a la democracia que se están produciendo en estos últimos 4 años. El problema surge de no aceptar el resultado de las urnas. De no querer comprender que el partido que más votos obtuvo no es el preferido por la mayoría de los votantes. De no comprender que una mayoría simple no es mayoría absoluta. Y de no saber que la democracia consiste en acercar posturas con otros partidos para llegar a acuerdos. La democracia, para ellos (y no especifico el ellos porque si ya no lo has comprendido, es posible que no comprendas mi cabreo), consiste en que te voten y ganar o perder (como si esto fuera una carrera). Y si ganas, imponer tus ideas por encima de las de los demás, sin importar que se excluya a buena parte de la sociedad. 
Unas elecciones no son una carrera, y no se ganan ni pierden, sino que se obtiene una representación con la que poder exponer unas ideas con las que gobernar. No se trata de imponer, se trata de gobernar para la ciudadanía. Pero cuando poco se tiene en cuenta a los ciudadanos, no se puede pedir que se gobierne para ellos, para nosotros. De seguir este ejemplo, tendríamos una sociedad en la que se sería normal promover profundas injusticias sociales hacia las minorías: se podría expulsar a colectivos del país (gitanos, extranjeros, sin techo), o se podrían aprobar leyes para discriminar directamente a colectivos (prohibir la entrada o determinados derechos a gays y lesbianas, discapacitados, ancianos...). 
Sólo espero que este país despierte, y que, gane quien gane y tenga las ideas que tenga, pese sobre todo el sentido de la democracia, y sea un valor que esté por encima de todos. 



martes, 21 de julio de 2015

El mundo es un pañuelo

¿Nunca te ha pasado que vas a la otra punta del mundo y te encuentras a un conocido? ¿O que descubres que un amigo conoce a aquella persona que conociste en un campamento de verano a 1000 km de donde vives? A veces uno tiene la sensación de que el mundo es un pañuelo, y de que todos conformamos una red de amistades y conocidos en las que por casualidades de la vida, tenemos más interrelaciones de las que pensamos. Esas interrelaciones, supongo, generalmente no las sabemos, ya que no vamos averiguando o preguntando por cada una de las personas que conocimos a lo largo de nuestra vida (o al menos no es mi caso). Pero sí que de vez en cuando nos sorprenden en estos giros tan de película que ni en las películas se dan: descubrir, por ejemplo, que el ligue de carnavales de un amigo fue hace 7 años tu compañera de estudios en un viaje a Manchester; descubrir un día con tu pareja que tuvisteis el mismo amante por la misma época; descubrir que un amigo estudia en una universidad muy lejana con alguien de tu mismo pueblo y que te conoce desde chico; que ese Vinestar que sigues de repente ha hecho un Vine en tu propio pueblo y que veranea en él. Son casualidades que me han ocurrido. Y en el momento en que te enteras, te sorprenden y te quedas en shock, y los que tienen cierta tendencia al conspiracionismo empiezan a buscarle explicaciones retorcidas, cuando el puro azar es mucho más retorcido que cualquier conspiración.
De estas casualidades, sólo queda el disfrutarlas y reírnos cuando nos surjan, y pensar que no estamos tan solos en este mundo cuando tenemos tantas cosas nos unen a personas que en algún momento de nuestras vidas se cruzaron en nuestro camino.



lunes, 20 de julio de 2015

Vivir más años

Hace tiempo que leí vi algo que he ido asumiendo poco a poco como mío. Realmente no sé si lo vi, lo leí o lo oí, pero venía a ser una reflexión sobre la relatividad del tiempo.
A lo que hacía referencia es a la percepción que solemos tener las personas según van avanzando los años de que el tiempo pasa cada vez más deprisa. Este psicólogo, o psicóloga, hablaba de que la percepción del tiempo es meramente una cuestión mental, y que el tiempo parece correr más rápido cuando hacemos tareas rutinarias. Por eso, cada vez el tiempo va pasando más deprisa: según vamos avanzando en edad, nuestra vida se tiende a hacer más monótona, cada vez asumimos como obligación más rutinas, y tenemos menos tiempo para hacer nuevas actividades, o para simplemente hacer lo que más nos gusta sin mirar el reloj.
Exponía que si nos dedicáramos a aprender y hacer actividades diferentes y nuevas como hacen los niños, tendríamos una percepción del tiempo como la que tienen ellos: el día es muy largo y la semana da mucho de sí. Por eso, proponía que de vez en cuando saliéramos de la rutina. Cosas simples que activan al cerebro y lo obligan a activarse: ducharse a oscuras, abotonarse la camisa mirando al espejo en vez de directamente, caminar dando un rodeo por una zona que no conocemos y pararse a observar el paisaje urbano, o simplemente emprender nuevas aficiones que requieran habilidades que usamos poco.
Y digo que he ido poco a poco asumiendo esto porque he ido probando esta teoría poco a poco a raíz de que algunos fines de semana he salido los viernes por la tarde-noche. Sí, así de simple. Normalmente el fin de semana me apoltrono en casa, y como mucho salgo a cenar con los amigos, o simplemente no hago nada especial. Pero un par de viernes me surgieron planes, salí, me divertí, me reí con los amigos, me quedé a dormir fuera de casa y al día siguiente, y me ayudó a romper por completo con la rutina. El resultado: el fin de semana se me hizo muy largo, y parecían unas minivacaciones (en comparación con lo habitual, que es llegar el domingo por la noche y pensar "qué rápido ha pasado el fin de semana que ni me he enterado").
A partir de entonces, de vez en cuando, dedico un fin de semana a salir, a divertirme, a volver a hacer lo que me gusta, y simplemente disfrutar como cuando era joven. Y ¡oh, sorpresa! ¡Estoy disfrutando del verano! Y sobre todo no tengo la percepción de que el tiempo vuele, sino que el tiempo da mucho de sí. Incluso aunque sólo rompa rutinas en momentos puntuales. Es disfrutar un poco de la vida. Y quiero seguir experimentando con ello.
Moraleja: no hace falta vivir más años, si los que vivimos, los vivimos con intensidad y disfrutándolos.




viernes, 17 de julio de 2015

La cárcel gigante

Últimamente han pasado montón de cosas en la Unión Europea de las que no he venido a hablar, en parte porque creo que no he reflexionado bien sobre ellas, en consecuencia porque no he querido pensar sobre algo que me empieza a preocupar seriamente. Creo que un poco todos los librepensantes y los progresistas (pero los progresistas de verdad, no progresistas de despacho y puro) teníamos la esperanza puesta en el gobierno griego y en su pulso a la Unión Europea en contra de unas políticas económicas opresivas y deshumanizadas. Poco a poco hemos ido viendo, o mejor dicho, teniendo la sensación, de que una mayoría de países se regían por la única guía de la economía, olvidando por completo que la principal preocupación debería ser el bienestar de los ciudadanos europeos, y no han tenido reparo en chantajear, en poner trabas y zancadillas, a una forma diferente de política, más centrada en el sufrimiento como individuos. Instituciones y gobernantes han puesto por encima el rédito político de su propia ideología para, desde instituciones que se suponen meramente técnicas, intentar tumbar un gobierno demasiado de izquierdas para ellos. Uno tiene la sensación de que no se ha intentado hacer sobrevivir el Euro, sino que se ha intentado por todos los medios influir para destruir un gobierno que resulta incómodo, para en cada propio país cortar los giros políticos y los movimientos sociales que están surgiendo como pequeños grupos molestos al poder establecido. 
Los que hemos creído durante muchos años en las bondades de una unión real entre todos los estados europeos vemos con incredulidad y preocupación estos movimientos que lo único que hacen es intentar establecer una especie de colonialismo en la sombra entre los estados fuertes y los pequeños estados de la Unión Europea. Y a los ciudadanos, hacerlos sentir en una cárcel, que eso sí, es inmensa, pero en la que nuestra voluntad está por debajo de las necesidades de la economía y de los bancos, de los grupos de poder que copan las instituciones, especialmente el FMI. Sentirnos ninguneados, y ver que la voluntad conjunta de todo un país es ignorada bajo el chantaje y la opresión. Como individuos, nos hace sentir pequeños, y nos hace pensar si no sería mejor vivir en un estado individual en el que cada sector tenga su propio peso, más que estar incluidos dentro de una unión que es simplemente económica y monetaria, y para nada tiene en cuenta a las personas ni las libertades del individuo. 
Creo sinceramente que a muchos nos ha abierto los ojos, y que se están poniendo los cimientos para deshacer una Unión Europea inútil, en la que el Parlamento Europeo, que es el que realmente votamos los ciudadanos, no tiene papel alguno frente a órganos actuantes pero inexistentes sobre el papel, que son los que realmente ostentan el poder europeo, y que no han sido elegidos por nadie. Una pena, sinceramente, con un proyecto tan hermoso como el que era, y que se haya convertido en esta basura que es ahora.


jueves, 16 de julio de 2015

El mes en blanco

Para mi el mes de julio de cada año es un mes en blanco. Y no porque no haga nada, que precisamente es lo contrario: no paro ni un día. Es un mes en el que no suelo tomar vacaciones, ya que me parece demasiado pronto para gastarlas (así que siempre termino de vacaciones en septiembre). Tampoco suelo ir a la piscina, o apenas, pues no me da tiempo. Es un mes que está dedicado casi entero a ensayar. Sí, soy actor aficionado, y hay que dedicar muchas horas a la preparación de las representaciones, aunque pueda parecer que son sencillas. Porque el primer fin de semana de agosto de cada año se celebra el festival medieval Boda Regia en Valencia de Alcántara, y ahí estoy yo. Cada año. Y como cada año, y como muchos de los participantes en las representaciones, tenemos varios papeles. Incluso algunos años con 5 y 6 papeles en distintas obritas. Los personajes que me han tocado van desde alcalde, inquisidor, obispo, enamorado, caballero, hasta un simple un campesino.
¿Y se disfruta? ¿Y los nervios? Pues como cada vez que uno se enfrenta al público, hay nervios. Nervios de que todo salga bien. Nervios por no quedarse en blanco ni atascado en mitad de una frase. Nervios por hacer una interpretación digna, que la gente disfrute. Y a pesar de los nervios, a pesar del agobio por los diferentes papeles y los cambios de vestuario, se disfruta. Y mucho. Aunque jures una y mil veces que no volverás a repetir, que para qué me metería yo en semejante jaleo. Al cabo de un año, vuelve el gusanillo de estar pisando tabla y enfrentado al público. Y con ganas renovadas vuelves a decir que sí a cualquier papel que puedas tener. Y aunque este año haya aprendido una valiosa lección y no esté tan atado como años anteriores, pienso disfrutarlo, envolverme en la satisfacción de tener cien ojos mirándote, en ver los ojos de ilusión de quien disfruta con tu interpretación; en disfrutar y reírme en cada ensayo, con los compañeros; en disfrutar en la preparación de un personaje que tiene vida propia y te transmite sus propia forma de hablar y sus valores. Y como cada año, espero que la Boda Regia resulte un éxito. 




viernes, 10 de julio de 2015

Orgullosos

Después de una semana de novedades y noticias para el coletivo gay (o mejor dicho LGTB) tanto en España como en el ámbito internacional, me parece oportuno hacer una entrada sobre todo esto. No es que tenga una opinión sesuda y fundamentada sobre todo esto. Simplemente tengo una opinión, como todo el mundo. Y las opiniones son como el culo, que todo el mundo tiene uno (lo que no quiere decir que siempre sea bonito y agradable de ver).
Yo soy gay, así, con todas las letras, homosexual, maricón o como me quiera definir, no tengo miedo a ninguna palabra que defina mi orientación sexual. La tengo aceptada, reconocida y no trato de ocultarme detrás de una imagen falsa. Además tengo novio (sí, novio, y no pareja, no tengo necesidad de ocultar que es un hombre). Y llevamos juntos más de 9 años. Y con la promesa de casarnos en cuanto la economía nos lo permita. Y si no lo hemos hecho ya, simplemente es porque nuestra vida aún es demasiado inestable para poder mantener una casa en algún lado.
Durante estos días, algunos heteros, muchos reprimidos, y alguna que otra loca del coño se empeñan en decir que no son homófobos, que no tienen nada en contra de los gays, "pero...". Y ese pero es más peligroso que una bomba nuclear en manos de un mono con ganas de fiesta. Siempre hay un pero:
- Pero van a romper la familia tradicional (nunca he entendido qué es eso de la familia tradicional en sí, como si todos tuviéramos que entrar en un esquema de madre, padre, y dos hijos, o como si la familia tradicional no tuviera problemas en sí mismo y te hiciera inmune a maltratos, drogas, prostitución, cuernos, divorcios, etc.).
- Pero no hace falta exhibirse: querido heterosexual, tú nunca has sentido miedo a darte la mano o darte un beso con tu pareja en público, nunca has tenido miedo a que por ser tú mismo te peguen una paliza o te insulten por la calle, o te echen de un local por ir con tu pareja. Yo sí. Y muchos otros gays también. Y por eso necesitamos reivindicar que tenemos el mismo derecho que tú a vivir sin miedo, y a poder amar sin que nos impongan restricciones adicionales. Y para eso, hace falta visibilidad. Lo que no se ve, permanece oculto y es como si no existiera. Y para normalizar hay que existir y ser visto. No te moleste si un día queremos hacernos ver, tú tienes 365 días al año para visibilizarte.
- Pero no existe un día del orgullo hetero: querido heterosexual, relee el punto anterior.
- Pero hay gays que no quieren casarse: claro, igual que hay muchos heteros que tampoco quieren casarse; eso no significa que no queramos tener el mismo derecho que tiene el resto: quiero tener el derecho, haga uso de él o no, igual que me gusta el derecho a viajar libremente en territorio nacional aunque decida quedarme en mi pueblo por vacaciones.
- Pero las calles se ensucian y las pagamos entre todos: también se ensucian las calles en las celebraciones futbolísticas (y hay varias de ellas al año), y de otras celebraciones deportivas, y también las pagamos entre todos. Y no, no a todos nos gusta el fútbol. También hemos pagado entre todos la limpieza de calles y el uso de las fuerzas de seguridad en la visita del Papa, seamos o no católicos. Y multitud de eventos públicos (procesiones, verbenas, manifestaciones, etc...), que pagamos entre todos estemos de acuerdo o no y seamos partícipes o no. Por favor, antes de decir sandeces, piensa un poco.
- Pero ya no hay discriminación: falso. Sigue habiendo y mucha, incluso discriminación latente y no manifiesta, por eso se sigue necesitando concienciación social. Incluso hace unos años me invitaron a marcharme de un piso compartido cuando se enteraron que era gay, ya que "no soy homófobo, pero creo que compartir piso con un gay puede ser peligroso". Y se quedó tan a gusto diciendo esto. Es como si dijéramos que no hay discriminación contra la mujer, pero obviáramos a todas las que asesinan cada año víctimas de violencia de género.
- Pero pero pero... en fin, podría seguir, pero se me iría este post muy lejos, y creo que más o menos ya he contestado a lo que creo que debía contestar.
Y por favor, si alguien quiere alguna aclaración a cualquiera de estos puntos, estoy dispuesto a tener un ratillo, incluso a sentarme y tomar un café.

Pero mientras tanto, el himno gay por excelencia en España:


lunes, 6 de julio de 2015

A la brasa

Pues no, parece que el calor no nos va a dar una tregua. Llevamos ya semanas en las que el calor me aplana, me deja ko, como si apenas pudiera levantar un palmo del suelo, y el simple hecho de levantar la cabeza del reposabrazos del sofá fuese un acto heroico. Y según parece, la racha continúa, entre los 35 y los 40 grados durante toda la semana. Que oye, a mi me parece genial la gente a la que le gusta el calor. Incluso este invierno me he sorprendido a mí mismo diciendo: a ver si sale un poquito más el sol. Pero una cosa es eso, y otra muy diferente es que no tengamos una tregua veraniega en condiciones, con un tiempo de esos ideales, donde por el día hace "un poquito de calor" y por la noche tienes que tener a manos una rebequita por si acaso. 
A mí, que nunca me ha gustado el sol. Yo que siempre he preferido el otoño, por su temperatura además de por muchas otras cosas. 
Y de tanta calor que tengo... que voy a dejar de escribir ya que me estoy cansando demasiado, y lo que el cuerpo me pide es una siesta a estas horas...


miércoles, 1 de julio de 2015

Prohibido prohibir

Hoy entra en vigor en España la nueva Ley Mordaza. Vale que el nombre no es así, pero es como va a ser conocida y recordada. Más que nada porque su finalidad es esa: poner una mordaza para evitar las protestas y quejas sociales, y los movimientos de resistencia pacífica (por mucho que se quiera vender que se intentan evitar las protestas violentas y demás, no cuela...). Y parece que, como en todo, en esto también hay ciclos de apertura a nuevas mentalidades y convivencia pacífica, y ciclos en los que se intenta restringir la libertad en aras de la seguridad y el patriotismo. Ya lo vivimos después del 11S, que con la excusa de la seguridad se dio vía libre a restringir las libertades del individuo, la intimidad personal y la seguridad jurídica.
Hoy parece que volvemos a lo mismo. Se restringen las libertades del individuo y de los colectivos (evitando que se proteste en las calles bajo multas generosas), se vulnera la seguridad jurídica (si no nos gustan las resoluciones judiciales, quitamos a los jueces de en medio), y sobre todo, se evita que se publicite una imagen negativa del Gobierno y de las actuaciones policiales.
En definitiva, no se trata de aumentar la seguridad de los ciudadanos, ni se hace la ley pensando en ello. Ni siquiera tenemos en cuenta los preceptos ni el espíritu de la Constitución Española (el hecho de que las penas privativas de prisión tengan por objeto la reinserción social se rompe al incluir la cadena perpetua como pena para determinados delitos), Constitución que ha sido tan arrogada por unos que se erigieron en defensores a capa y espada de unas palabras en las que sólo creen a medias, y que en otras partes... pues como que no creen y son meramente "intenciones" y no preceptos.
Y mientras seguimos retrocediendo años y años en los logros democráticos que hemos conseguido, recordarles a estos (piiiiiiiiip) un lema de la revolución del 68, que tantas veces veneran como si de verdad creyeran en ella:


En fin, que Dios nos coja confesados...