viernes, 30 de septiembre de 2016

La guerra del PSOE

Aunque no me guste demasiado hablar de política, y de hecho he pasado de puntillas sobre temas importantes, creo que la ocasión lo merece. De repente se ha levantado una guerra interna en el PSOE, algo que se veía venir desde hacía tiempo, pero que nadie imaginaba que fuera de una manera tan repentina y absurda. Y es que ayer se han ido produciendo a lo largo del día declaraciones, manifestaciones y hasta un encadenamiento a la puerta de una sede. Esperpento por ambos bandos: los unos encerrados en las llamadas "Casas del Pueblo" como si fueran búnkeres; los otros dando ruedas de prensa a las puertas, emitiendo en directo cómo no podían entrar en las sedes. Y declaraciones, muchas declaraciones. Sonrisitas cómplices en el resto del partido, disfrutando como vampiros en la sombra de la carnicería que se presentaba a la opinión pública.
Y fuera de lo noticiable, pues como este blog es mio, está lo opinable. Me parece una situación lamentable, como digo, esperpéntica, donde pesa más el egoísmo personal y el posicionamiento estratégico que el afán de servicio público. Y si bien se puede entender que quizá, y sólo quizá, se intente servir al partido en lo que buenamente cada uno piensa que será lo mejor para remontar y mejorar los últimos resultados, estas cosas deberían hacerse en privado, de puertas adentro y con la mayor de las discreciones; nunca usando a los periodistas y los medios de comunicación para abrir una guerra sucia y hacer el ridículo de tal manera. 
Tal y como escuché ayer, seas o no simpatizante socialista, lo cierto es que ha sido un partido de gobierno, que ha marcado una época en nuestro país, y es triste verlo en esta situación.

lunes, 26 de septiembre de 2016

Eliminar lo tóxico

Pues no, no pienso hablar de las elecciones gallegas y vascas, más que nada porque últimamente la política es una mierda muy grande, y porque no ha sucedido nada que no se esperase: PP arrasa en Galicia, Sorpasso de Podemos al PSOE, y PSOE como un buque naufragando en aguas profundas. Lo que últimamente me ocupa la cabeza es intentar simplificar mi relación con las redes sociales.
Es cierto que, en general, empiezo a acumular y acumular, bien trastos, bien desorden, bien otras cosas que no valen para nada (incluyo aquí amistades desagradecidas). En un momento determinado, me da por ordenar, organizar y reciclar. Muchas veces me pongo a colocar mis papeles de la oficina, tirando lo que creo que no vale, y reorganizando todo lo demás. Otras veces en mi cuarto, en mi ordenador, en el móvil, el mismo procedimiento. Me invade un ansia desaforada de tirar y tirar, borrar archivos, y eliminar y simplificar. Y en el durante y en el después, me invade un placer por haber logrado deshacerme de todo lo inútil, y haber dado orden a mi vida (sí, ordenar cuatro papeles también lo considero orden en mi vida). 
Pues ahora me ha dado por hacer lo mismo en redes sociales, comenzando por Twitter. Y es que llegó un momento en que me di cuenta de que no hacía más que ver twits de gente que me interesaba más bien poco, que no me aportaban nada, y a los que tenía cierta manía; gente superficial y sin intereses en común; gente que además se mueven en un mundillo que me desagrada. Y como no hay nada más fácil que ir pulsando botones para eliminar, a eso me he ido dedicando estas últimas semanas, a borrar todo rastro de gente que no me interesaba lo más mínimo. Seguiré con Facebook -eliminado aquellos que no puedo considerar amigos- y supongo que finalmente eliminando hasta las redes sociales en sí, pues alguna seguro que me aporta menos que poco. ¡Y me quedaré tan a gusto!