lunes, 28 de septiembre de 2015

Ya están aquí...

La verdad que hoy podría hablar de las elecciones de Cataluña, pero la verdad que me la soplan bastante los tejemanejes de los políticos. No es que sea ajeno a la política, pero la verdad, que me jode el que me mientan y me engañen. Y con Cataluña, hasta que no se independice, no tengo nada que opinar porque no hay novedad en el frente.
Dicho lo cual, prefiero reflexionar sobre algo que realmente me afecta: las actividades escolares. Véase como actividades escolares cualquiera de las actividades que llegan con el otoño y las fechas de septiembre/octubre. En mi caso, los idiomas de portugués e inglés, teoría musical y piano, y teatro, amén de el nuevo curso de oposiciones. Sí, que visto así parece mucho. Y lo es para el tiempo libre de que dispongo, por eso me vienen los agobios otoñales y de estudiante. Y es que llegado el momento, uno empieza a apuntarse a actividades como si el invierno tuviera 15 meses y no fuera a acabar nunca, y el encierro en casa fuera eterno. Pero no, las tardes de invierno no dan para más, y luego llegan los momentos de agobio y tensión, el correr porque no llego, y el pensar "qué calentito se está en el brasero viendo películas". Porque sí, yo también soy de brasero. Y cuando llega el final del invierno, empiezan los abandonos de actividades para quedarte tan sólo con las fundamentales. Todos los años nos pasa igual, pero no hay remedio. Y es que es llegar septiembre y nos entra como una fiebre por hacer, por acumular, por coleccionar. Como si fuéramos ardillitas acumulando frutos secos para el invierno. Creo que algo de eso hay, algo de acumular, aunque sean conocimientos y entretenimiento. Supongo que por eso también en septiembre empiezan todos los coleccionables, de esos que uno diría: ¿pero quién cojones acumula piezas de una calavera / botes de farmacia en miniatura / muñecas rusas del mundo / o mierdas de ese estilo? Pero claro, es lo mismo que me entra a mi con los cursos y las actividades, que parece que nada va a ser suficiente para cubrir el aburrimiento que supone vivir un invierno en un pueblo donde a las 8 de la tarde ya están todas las tiendas cerradas y la calle parece Chernobil en día laborable.
Así que ahora sólo me queda mucha energía, poco dormir, y un invierno laaaaaargooooo. Winter is coming. Y el invierno será duro...



viernes, 25 de septiembre de 2015

Regreso con el otoño

Bueno, parecía que me había ido definitivamente, pero no, aquí sigo. Después de un parón veraniego, vuelvo a retomar la rutina. Y por supuesto esa rutina incluye volver a escribir en el blog. Las vacaciones fueron intensas pero cortas. Después de que mi chico terminara sus exámenes, allá por mediados de julio (con los nefastos resultados que obtuvimos ambos, yo aún peores), tocaba un descanso merecido, ya que si bien los resultados no fueron los esperados, sí que las oposiciones nos habían generado muchos nervios, tensión, ansiedad, y muchas cosas más ninguna de ellas positivas. Así que ahí que nos plantamos en Lisboa a primeros a agosto (tras las representaciones de Boda Regia), y en septiembre, con los otros 15 días de vacaciones, un viajecito a Valencia que resultó de lo mejor, pues no pude escoger mejor hotel que el que elegí, justo sobre un centro comercial donde teníamos tiendas (que por supuesto nos sacaron de algún apuro), restaurantes, y cerquita de la Ciudad de las Ciencias.
Esta visita a Valencia nos vino como anillo al dedo, pues nos valió para relajarnos y disfrutar realmente del verano, y por fin me permitió pisar la playa y coger algo de colorcito que me saque de mi "blanco nuclear de España" que llevo todo el año. Deberían bajarme los impuestos por el servicio de reflexión de la luz que ilumina las calles. También me valió para conocer gente interesante en el viaje de ida, llevando viajeros que compartían el gasto en gasolina, y que más allá de reducir gastos, me valió para conocer gente con experiencias muy diferentes. Además conseguí solucionar algunos problemas textiles que tenía para el otoño de bodas que se presentaba... ejem...
Pero como todo llega a su fin, ya me he tenido que incorporar al trabajo, y aguantar de nuevo a mi jefa y su "megatono", como dice mi compañera de trabajo. Un timbre de voz insoportable y un volumen inaguantable que levanta dolores de cabeza y resulta hasta impertinente. Como ella. Y con el otoño, vuelven las actividades estudiantiles: vuelve la Escuela de Idiomas (este año, además del presencial de portugués, tocará libre de inglés), vuelven las oposiciones (este año a probar suerte y lotería con las de Técnico de Hacienda), y además vuelve el piano y la música (sí, sé que no debería y que tendría que concentrarme en las oposiciones, pero necesitaba cambiar de aires y desconectar un poco, y al fin y al cabo sería el último año de elemental que me queda). De todos estos cambios, ya iré comentando poco a poco, y además poniendo posts sobre otros temas que se me han ido ocurriendo en vacaciones y sobre los que me gustaría sacar reflexiones que prefiero sacar afuera que guardar dentro. Mientras tanto, un poco de musiquita.