miércoles, 2 de agosto de 2017

180º

180º, o 360º para los que desconocen lo más básico de la geometría, son los grados que te gira la vida cuando menos te lo espera. 
En mi caso, no es que me haya dado un vuelco por completo. Simplemente que tenía unos planes de verano que me han cambiado radicalmente. Hace unos meses tenía prometido a mi chico que nos iríamos de vacaciones al extranjero, como homenaje por llevar un año tan bueno y en el que hemos estado más ocupados en lo laboral, pero más desahogados en lo económico (a ver, tampoco para tirar cohetes, pero un viaje sí que nos merecemos). Después llegaban las dudas acerca de si mudarnos de casa, más que nada porque mi calle es un horror que a diario más parece la Gran Vía que la calle de un pueblo. Y con ello, los planes de ahorrar porque las opciones que barajábamos implicaban soltar dinero. Así que las vacaciones simplemente eran irnos de camping por la geografía patria, y unos días a la playa con los amigos, por aquello que ya lo teníamos tratado. 
Y lo bueno viene hace unos días, cuando convocan unas oposiciones que llevaba tiempo esperando, así que me obligaban a ponerme ya mismo a estudiar (y dejarme de relajar tanto en verano, se acabaron las tardes de piscina y los tocamientos ovoideos), se acabó el hacer el vago y perderse en mil tareas. Toca centrarse en lo importante. Me quedaba disfrutar el verano en compañía de mi chico, en casa, con un té con limón y edulcorante en una mano y un lápiz subrayador en la otra. Pero no.
Un día después, a mi chico le sale un nuevo trabajo que nos jode definitivamente cualquier viaje, incluso el que ya tenemos pagado. Que le hace no sólo no estar cuando llego a casa, sino que le va a obligar a pasar la semana fuera. Y a mi me obliga a pasar las vacaciones estudiando y solo en casa, sin más viaje que el que haré previsiblemente en compañía de dos parejas de amigos, como sujetavelas oficial, y en el mejor de los caso, en compañía de algún amigo más que quiera ocupar la cama que mi chico va a quedar libre. 
Peeeeeeero, como no hay dos sin tres, el dueño de la casa que vimos acepta las condiciones (por mi parte más que razonables y bastante pocas para lo que sería un alquiler en cualquier pueblo que fuera medio normal), así que aprovechando al vuelo la ocasión, además en las vacaciones me voy a meter entre pecho y espalda una mudanza, que para colmo encima me va a tocar en su mayor parte, dado que mi chico está bastante más que ocupado ahora mismo...
Ainsss, ¡¡qué giros da la vida!! Y yo que me había prometido un verano tranquilo, feliz, sin obligaciones y prácticamente para tirarme desde el sofá a la piscina, desde la piscina al hotel, y vuelta a empezar...


P.D.: Tengo prometido una entrada al blog sobre el alquiler de vivienda en mi pueblo. En cuanto pueda, lo hago. Palabrita del Niño Jesús.