viernes, 17 de julio de 2015

La cárcel gigante

Últimamente han pasado montón de cosas en la Unión Europea de las que no he venido a hablar, en parte porque creo que no he reflexionado bien sobre ellas, en consecuencia porque no he querido pensar sobre algo que me empieza a preocupar seriamente. Creo que un poco todos los librepensantes y los progresistas (pero los progresistas de verdad, no progresistas de despacho y puro) teníamos la esperanza puesta en el gobierno griego y en su pulso a la Unión Europea en contra de unas políticas económicas opresivas y deshumanizadas. Poco a poco hemos ido viendo, o mejor dicho, teniendo la sensación, de que una mayoría de países se regían por la única guía de la economía, olvidando por completo que la principal preocupación debería ser el bienestar de los ciudadanos europeos, y no han tenido reparo en chantajear, en poner trabas y zancadillas, a una forma diferente de política, más centrada en el sufrimiento como individuos. Instituciones y gobernantes han puesto por encima el rédito político de su propia ideología para, desde instituciones que se suponen meramente técnicas, intentar tumbar un gobierno demasiado de izquierdas para ellos. Uno tiene la sensación de que no se ha intentado hacer sobrevivir el Euro, sino que se ha intentado por todos los medios influir para destruir un gobierno que resulta incómodo, para en cada propio país cortar los giros políticos y los movimientos sociales que están surgiendo como pequeños grupos molestos al poder establecido. 
Los que hemos creído durante muchos años en las bondades de una unión real entre todos los estados europeos vemos con incredulidad y preocupación estos movimientos que lo único que hacen es intentar establecer una especie de colonialismo en la sombra entre los estados fuertes y los pequeños estados de la Unión Europea. Y a los ciudadanos, hacerlos sentir en una cárcel, que eso sí, es inmensa, pero en la que nuestra voluntad está por debajo de las necesidades de la economía y de los bancos, de los grupos de poder que copan las instituciones, especialmente el FMI. Sentirnos ninguneados, y ver que la voluntad conjunta de todo un país es ignorada bajo el chantaje y la opresión. Como individuos, nos hace sentir pequeños, y nos hace pensar si no sería mejor vivir en un estado individual en el que cada sector tenga su propio peso, más que estar incluidos dentro de una unión que es simplemente económica y monetaria, y para nada tiene en cuenta a las personas ni las libertades del individuo. 
Creo sinceramente que a muchos nos ha abierto los ojos, y que se están poniendo los cimientos para deshacer una Unión Europea inútil, en la que el Parlamento Europeo, que es el que realmente votamos los ciudadanos, no tiene papel alguno frente a órganos actuantes pero inexistentes sobre el papel, que son los que realmente ostentan el poder europeo, y que no han sido elegidos por nadie. Una pena, sinceramente, con un proyecto tan hermoso como el que era, y que se haya convertido en esta basura que es ahora.


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