lunes, 20 de julio de 2015

Vivir más años

Hace tiempo que leí vi algo que he ido asumiendo poco a poco como mío. Realmente no sé si lo vi, lo leí o lo oí, pero venía a ser una reflexión sobre la relatividad del tiempo.
A lo que hacía referencia es a la percepción que solemos tener las personas según van avanzando los años de que el tiempo pasa cada vez más deprisa. Este psicólogo, o psicóloga, hablaba de que la percepción del tiempo es meramente una cuestión mental, y que el tiempo parece correr más rápido cuando hacemos tareas rutinarias. Por eso, cada vez el tiempo va pasando más deprisa: según vamos avanzando en edad, nuestra vida se tiende a hacer más monótona, cada vez asumimos como obligación más rutinas, y tenemos menos tiempo para hacer nuevas actividades, o para simplemente hacer lo que más nos gusta sin mirar el reloj.
Exponía que si nos dedicáramos a aprender y hacer actividades diferentes y nuevas como hacen los niños, tendríamos una percepción del tiempo como la que tienen ellos: el día es muy largo y la semana da mucho de sí. Por eso, proponía que de vez en cuando saliéramos de la rutina. Cosas simples que activan al cerebro y lo obligan a activarse: ducharse a oscuras, abotonarse la camisa mirando al espejo en vez de directamente, caminar dando un rodeo por una zona que no conocemos y pararse a observar el paisaje urbano, o simplemente emprender nuevas aficiones que requieran habilidades que usamos poco.
Y digo que he ido poco a poco asumiendo esto porque he ido probando esta teoría poco a poco a raíz de que algunos fines de semana he salido los viernes por la tarde-noche. Sí, así de simple. Normalmente el fin de semana me apoltrono en casa, y como mucho salgo a cenar con los amigos, o simplemente no hago nada especial. Pero un par de viernes me surgieron planes, salí, me divertí, me reí con los amigos, me quedé a dormir fuera de casa y al día siguiente, y me ayudó a romper por completo con la rutina. El resultado: el fin de semana se me hizo muy largo, y parecían unas minivacaciones (en comparación con lo habitual, que es llegar el domingo por la noche y pensar "qué rápido ha pasado el fin de semana que ni me he enterado").
A partir de entonces, de vez en cuando, dedico un fin de semana a salir, a divertirme, a volver a hacer lo que me gusta, y simplemente disfrutar como cuando era joven. Y ¡oh, sorpresa! ¡Estoy disfrutando del verano! Y sobre todo no tengo la percepción de que el tiempo vuele, sino que el tiempo da mucho de sí. Incluso aunque sólo rompa rutinas en momentos puntuales. Es disfrutar un poco de la vida. Y quiero seguir experimentando con ello.
Moraleja: no hace falta vivir más años, si los que vivimos, los vivimos con intensidad y disfrutándolos.




No hay comentarios:

Publicar un comentario