lunes, 15 de agosto de 2016

Los quejicas

Como dicen, en el mundo tiene que haber de todo. Ya alguna vez comenté que todos tenemos nuestra cuota de tontos. Pero igual que hay tontos por el mundo, también hay listos, listillos, sin-alma, pusilánimes, pasivos, alegres, buenrollistas, fieles, almas-libres, y un sinfín de clasificaciones por las que podemos medir a las personas (por supuesto, siempre con filosofía de barra de bar). Y luego, entre todas esas, están los quejicas.
Los quejicas son una raza humana que se basa en que el mundo está contra ellos como premisa fundamental de su filosofía de vida. No importa que sean otras personas, objetos, o el mismo clima. Si algo existe, está para joderles. A esta premisa, que llamaremos básica 1, se une la premisa básica 2, que es: todo lo que existe está mal. Es decir, por bueno que algo pueda parecer, ellos le sacarán siempre alguna pega, algún defecto, que por el método de la hipérbole, llevarán a su máxima expresión en su imaginación, exagerándolo hasta deformar la realidad lo suficiente como para crear una realidad paralela que sólo ellos ven. 
Estas personas crean en su persona un agujero negro de quejas, haciendo que, si permaneces el tiempo suficiente a su lado, acabes viendo defectos donde antes sólo veías buen rollo y cosas chulas. Poco a poco te absorben en su órbita y te resulta más difícil salir de sus obsesiones. Incluso llega un momento que les justificas. Y otro momento en que empiezas a pensar como ellos. Absorben tu energía, y como vampiros que se nutren de la alegría ajena, van poco a poco chupando y chupando hasta que quedas sin energía y sientes que te faltan las energías vitales. Si en algún momento te sientes así, huye, o será demasiado tarde como para deshacerte de ellos. 


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