jueves, 28 de enero de 2016

Gilipollas máximo

Durante los últimos días ha tenido lugar una de las noticias que más me han llamado la atención los últimos meses. Uno de los toreros más aclamados de nuestro país ha tenido bien a bien subir en una red social una fotografía en la que aparece toreando junto a su hija. Más que junto a su hija, con ella en brazos, pues no es una criatura de más de unos meses.
Esto no tendría más relevancia si no fuera porque el susodicho se ha empeñado en defender lo indefendible. Basándose en que consiste en una tradición familiar heredada de su padre y de su abuelo, ha querido hacernos ver que era una actividad sin peligro alguno para la criatura, propio de la prepotencia que ha venido demostrando durante toda su vida, prepotencia que está muy extendida en el mundo del toreo. No hay más que ver lo que ha pasado a las pocas horas de que apareciera la fotografía: junto a muchos detractores que no han dudado en criticar la actitud del torero, han aparecido muchos de sus compañeros de profesión que, mostrando fotografías de idéntico calibre y de su propia cosecha, trataban de apoyar y de defender al sujeto en cuestión, y pidiendo "respeto por toda una profesión". Como si esto tuviera que ver algo con ser torero o no, y no con poner en peligro la vida de un niño con la excusa de "trato de inculcarle una cultura y tradiciones milenarias". 
Ya bastante mal me parece que a los niños se les enseñe cómo torturar y matar a un animal, que encerrado no tiene otra escapatoria que rendirse y la muerte. Ya bastante me parece la barbarie de que estos actos se lleven a cabo en medio del jolgorio y la alegría de la gente, para más Inri llamarlo "fiesta" nacional. Todo, basándose en un respeto que no tienen por los animales, que por mucho que se dignen los taurinos en decir que nadie respeta al animal más que ellos, no paro de ver imágenes en los que no sólo matan al toro, sino que aparecen en numerosas cacerías junto a ciervos, jabalíes, y mostrando sus cadáveres con una alegría que no inspira precisamente respeto por la naturaleza. 
Pero es que encima, este sujeto, ya no sólo no pide perdón, sino que encima se justifica con altanería diciendo que dónde va a estar más segura la criatura que en brazos de su padre. Pues chaval, está más segura en su casa, detrás de la barrera y alejada del peligro. ¿O es que se te ocurre llevar a tus hijos en el coche en brazos en lugar de ponerle el cinturón? Porque seguro que sabes más que los expertos en seguridad vial y todo Tráfico junto. Si uno quiere ponerse delante de un toro, en mitad de un volcán  o caminar sobre alfileres, allá cada cual con su cuerpo y su integridad; pero los hijos no son nuestra propiedad. Tus hijos no son tuyos. Eres su padre, su educador, su responsable, pero no te pertenecen, porque son personas con derechos. Y uno de ellos es a que se les respete y no se les ponga el peligro mientras no puedan tomar la decisión de ponerse en un peligro cuando su edad les haga lo suficientemente responsables. 
Ojalá dentro de pocos años, los únicos toreros sean los que aparecen en esta ópera...


PD: Curioso que mucha gente se identifique con esta música como racial y propiamente de nuestra tradición más arraigada, y no conozcan que fue compuesta por un francés (Bizet) y cantada en ese mismo idioma...

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