lunes, 14 de marzo de 2016

Ser de frío o de calor

Muchas veces en conversaciones sale a colación el tema de si te gusta más el invierno o el verano. Siempre los días estos de frío o de calor, sale la gente diciendo: "a ver si llega ya el verano", o "a ver si llega ya el invierno", en función si uno es un friolero o un caluroso. 
Yo por mi parte tengo que reconocer que siempre he sido caluroso. El verano para mi siempre ha sido una época de aletargamiento y sopor, de no tener ganas de hacer nada, de pasar las tardes a la sombra del aire acondicionado o ventilador, dando vueltas para pillar una esquina fría en la cama, y prolongando la post-siesta hasta las 7-8 de la tarde, en que el sol comenzaba a bajar. Incluso las actividades más básicas como ir a la piscina o salir a comprar, me cuestan hacerlas por el hecho de tener que adaptarme a salir de casa en los horarios en que aún hace mucho calor para mi gusto. 
Pero de un tiempo a esta parte, y especialmente desde que vivo en una casa tan grande, estoy deseando que llegue el calor. Y es que creo que, si bien no he cambiado mi propia definición de caluroso patológico, sí que he empezado a aborrecer el frío. En la oficina y en casa estoy siempre con una sensación de frío metido en el cuerpo, los pies congelados y como medio enfermo por causa del frío. Y este es el segundo año en que estoy diciendo: a ver si llega por fin la primavera (vale, aún es muy aventurado para decir verano, pero tiempo al tiempo). 
Lo que sí, espero no convertirme en un veleta, que se está quejando en verano del calor y en invierno del frío (que los hay, y si no, ver siempre lo optimistas que son los telediarios en estas cosas). Odiaría estarme quejando continuamente del frío y del calor, y pasar de ser un caluroso a ser simplemente un quejica



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