A veces da uno en pensar que no tiene tiempo libre, que apenas da de sí el día para todas aquellas cosas que uno quiere hacer: atender la casa, preparar la comida, estudiar idiomas, pasar tiempo con la familia, estar al día en series y películas, leer un libro, echar ratitos de café con amigos, y una larga lista según la persona. Y así se nos ve estresados, agobiados por no poder abarcar todo, no tener tiempo para nosotros, para salir a dar un paseo o hacer un poco de ejercicio, tumbarnos en el sofá escuchando música y relajarnos, no disfrutar lo suficiente de la vida, de los amigos, de la familia.
Muchas veces me he parado a reflexionar cómo hacer una mejor gestión del tiempo, para al cabo darse cuenta de que por más encajes que haga, por más que lo intente, siempre algo tiene que quedar atrás. Aveces, ese atrás llega a ser incluso el sueño y el descanso, lo que repercute posteriormente en un malestar y tener que parar en algún momento. Y es que si algo me ha quedado claro, es que a mi no me falta tiempo libre, me sobra el trabajo. El sueldo no, vale, lo reconozco. Pero sí las horas echadas en la oficina, muchas veces meras horas presentistas en las que simplemente permanezco para cumplir el tiempo porque las tareas ya están terminadas. Esas horas se podrían dedicar... no sé, por ejemplo a hacer deporte, o a hacer yoga. Algo productivo, vaya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario