Esta visita a Valencia nos vino como anillo al dedo, pues nos valió para relajarnos y disfrutar realmente del verano, y por fin me permitió pisar la playa y coger algo de colorcito que me saque de mi "blanco nuclear de España" que llevo todo el año. Deberían bajarme los impuestos por el servicio de reflexión de la luz que ilumina las calles. También me valió para conocer gente interesante en el viaje de ida, llevando viajeros que compartían el gasto en gasolina, y que más allá de reducir gastos, me valió para conocer gente con experiencias muy diferentes. Además conseguí solucionar algunos problemas textiles que tenía para el otoño de bodas que se presentaba... ejem...
Pero como todo llega a su fin, ya me he tenido que incorporar al trabajo, y aguantar de nuevo a mi jefa y su "megatono", como dice mi compañera de trabajo. Un timbre de voz insoportable y un volumen inaguantable que levanta dolores de cabeza y resulta hasta impertinente. Como ella. Y con el otoño, vuelven las actividades estudiantiles: vuelve la Escuela de Idiomas (este año, además del presencial de portugués, tocará libre de inglés), vuelven las oposiciones (este año a probar suerte y lotería con las de Técnico de Hacienda), y además vuelve el piano y la música (sí, sé que no debería y que tendría que concentrarme en las oposiciones, pero necesitaba cambiar de aires y desconectar un poco, y al fin y al cabo sería el último año de elemental que me queda). De todos estos cambios, ya iré comentando poco a poco, y además poniendo posts sobre otros temas que se me han ido ocurriendo en vacaciones y sobre los que me gustaría sacar reflexiones que prefiero sacar afuera que guardar dentro. Mientras tanto, un poco de musiquita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario