Hoy toca política. Sí, también. No todo iba a ser bueno en esta vida. Parece que los días van pasando, seguimos con Gobierno en funciones, y aquí andamos, sin nuevas noticias que llevarnos a la boca. A ver, haberlas haylas, pero de interés poco. Y es que tenemos unos políticos tan sosos, que ni en una situación tan absurda como ésta despiertan el más mínimo interés. Nada que ver con la política de otros países.
¿Quién no daría un ratito de sus vidas por ver un parlamento como el coreano, japonés o ucraniano, donde los diputados llevan la discusión un paso más allá y vuelan zapatos, puñetazos y alguna silla? No es serio, pero al menos sería mucho más televisivo. Y mucho más entretenido.
Pero no, aquí lo más entretenido que pasa son los abucheos cuando habla el contrario (¡¡uuuuuhhhh, qué malotes!!), o como mucho el beso homohetero de Pablo Iglesias y Xavier Domènech, que no daba ni para media escena erótica (y que tanta indignación causó a los sectores más reaccionarios de este país).
No voy a pedir sillazos, claro, no me gusta ver sangre corriendo por los escaños, pero no estaría mal una escena de más pasión, no sé, unos abrazos efusivos de Mariano y Pedro al mismo tiempo que se dicen "venga, chavalote, que no pasa nada, pelillos a la mar", o de Celia y Alberto diciendo "qué bien huelen tus rastas", o de Andrea y Miguel flirteando más allá de ideologías. Algo que los humanizara un poco y nos diera una tregua de tanta palabrería, tanta mala baba y tanta de organización mafiosa.
Necesitamos humanización.
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